viernes, 3 de agosto de 2012

La duda


“No seré yo quien te lo cuente”, me dijo antes de salir de la habitación dejando el eco de un portazo retumbando entre las paredes desconchadas. También oí la puerta de la calle cerrarse con la misma fuerza y sus pasos hasta el ascensor. La imaginé caminando por la acera hasta su coche y esperé mirando al techo que el motor del Toyota arrancara.
Tras unos segundos de silencio me levanté, caminé hasta la nevera y me prometí no pensar más en ello esa noche. Saqué una cerveza, la abrí y me senté frente al televisor pensando en qué tenía que haberle dicho para convencerla.
“Daba igual. Hiciera lo que hiciera ella tenía otro guión. Quería una pregunta porque tenía estudiada la respuesta”, traté de convencerme. 
Todo había comenzado hacía pocas semanas durante una cena con sus amigos sin mayores pretensiones que las de pasar el rato y tener un acercamento a un círculo de gente que yo aún desconocía, entre los comensales algunas de las caras me sonaban y con otras, sí que había logrado un cierto trato cercano, pero el conjunto, en su mayoría, estaba formado por antiguas compañeras y compañeros de universidad y sus parejas desconocidos para mí salvo por alguna referencia.
Todo estaba dentro de los parámetros de la normalidad. Hasta el punto de alcohol era previsible en estas circunstancias, y las permanentes referencias a anécdotas mil veces repetidas en estos reencuentros post-universitarios parecían guardar un orden establecido. Todo estaba escrito en la hoja de ruta. Todo menos el comentario de una de sus mejores amigas recordando el día en que ella, mi pareja, llegó a clase enamorada hasta los huesos, casi levitando, hablando de un joven profesor que había conocido en la biblioteca de la facultad.
Al parecer, el mengano destacaba por sus aptitudes físicas -su asignatura era, dentro del mundo de la gimnasia, “suelo”-. Capaz de hacer cientos de flexiones y abdominales, más fibroso que una caja de mueslis y tan alto como la luna, no necesitó poner sus encantos sobre la mesa de estudios, sólo le bastó un chiste para que cayera rendida a sus pies.
Cierto es que el tiempo pasó, que las cosas no fueron como esperaban y que de la juventud a la madurez los criterios y los valores cambian al menos de orden, especialmente algunos. El caso es que no llegó a más que un par de años de lujuria y desenfreno que se fueron frenando solos hasta que no hubo ni lujuria ni nada que frenar.
Yo, prudente, no quise preguntar ni hacer ningún comentario. Me negué a mostrarme como el típico curioso que desea conocer los detalles de anteriores relaciones, ni ante sus amigos y amigas ni ante ella, pero no pude evitar que ahí se quedara en un rincón de mi cabeza la pregunta.
Traté de restar importancia, pero cada vez que la miraba, cogidos de la mano intercambiábamos sonrisas, y la pregunta venía a mi mente, la duda se reflejaba en mis ojos. Y ella lo notó.
Tardamos cierto tiempo en despedirnos. Durante el trayecto a mi casa hablamos de banalidades que habían ocurrido durante la noche, nada trascendente. Pero al llegar a casa, tras quitarnos los abrigos y después de que me preguntara por décima vez qué me pasaba, no pude callar: “Dime”, le dije, “¿Cuál fue el chiste que te contó?”
Ella pensó que la estaba vacilando, que trataba de reírme por celos, pero la realidad es que me mataba de curiosidad saber qué chiste puede conquistar a una mujer.
Aún hoy no me lo ha contado, y cuando se habla de celos o de las cosas que influyen en la pareja, ella aprovecha siempre el mismo ejemplo. En un caso argumenta que pasé la noche de mal humor y después no fui capaz de reconocerlo y salí con una bobería; en el otro, mi cabezonería de no saber reconocer que me molestó que saliera con el hermano pequeño del David de Miguel Ángel. Yo escucho, callo y otorgo, porque sé que insistir en mi realidad es reafirmar la suya. Y la verdad es que tampoco eso me importaría si al menos supiera cuál era el chiste.

10 comentarios:

  1. Ay Yiyo!, que bueno. Me gusta. Me recuerdo en tantas ocasiones así, otorgando...en fin.

    Bueno, ha valido la pena esperar a que escribieras de nuevo.

    Un abrazo limonero.

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  2. Gracias por seguir ahí a pesar de la espera. Y sí, todos pensamos que quién otorga es uno o una y olvidamos con cierta facilidad que las veces que nos "evitan", que los demás cogen el camino largo para no pasar por el desierto de nuestras miserias. Supongo que es condición humana olvidarnos que somos demasiado iguales cuando somos tan distintos.

    Un besote, al limón, porrrrr supuesto.

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    1. Ya te estaba echando de menos.
      Esta mañana, mientras conducía de camino al trabajo, pensaba que nos tenías un poco abandonados/as.
      Bueno, en cualquier caso, tu relato es como un soplo de aire fresco, ahora que hay tanta situación complidada a mi alrededor. Muchos conflictos de pareja, mucho dolor... este verano está siendo un poco gris.
      Me ha hecho gracia y, una vez más, me hace pensar en que desearía ser menos mujer y más hombre, en cuanto al enfoque de los sinsabores de la vida. Y no quiero decir que los hombres no sientan ni nada parecido, Dios me libre!!!, sino a aquella manera que tienen de enfocar las cosas que suceden, y no gastar energías en situaciones, hechos, que no lo merecen. En fin...
      En cualquier caso, bienvenido de nuevo.

      Me alegra saber que sigues por ahí, por aquí.

      Un abrazo grande, grande.

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    2. Hummm, proyección?
      Hay personas a las que se les olvida y otras que lo tienen presente...vamos que tienen presente sus miserias, como tú dices. Y, también, reconocen cuando alguien evita.
      Que los demás se alejen, o mejor dicho, te eviten para no pasar por el desierto de las mismas...¿hasta que punto es responsabilidad de una persona o de la otra? (vamos la que otorga y calla, la que evita y se aleja, la que no evita y se enfrenta)

      Cada quién debe responsabilizarse de lo suyo...también evitar tiene sus consecuencias negativas y tampoco es la mejor de las opciones siempre o, desde mi punto de vista, nunca cuando te importa la otra persona.

      Somos lo que somos, para lo bueno y para lo malo, Yiyo. La cuestión no es querer otorgar, ganar...la cuestión es encontrarse, conocerse...

      Bueno, te mando entonces los besos al corazón, ya que tú se los das al limón, jejeje

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    3. Buenas.

      Trataré de ser breve porque cuando estaba terminando la respuesta apreté algún botón que me borró todo, así que resumo.

      La principal responsabilidad del ser humano es la de ser feliz y hacer feliz. Lo demás es anecdótico para sobrevivir.

      Por tanto, es importante conocer, aprender y tratar de evolucionar, pero es, digamos una "responsabilidad menor".

      Con este planteamiento comprenderás que cuando ya has entrado en un bosque tupido, en donde el fango te impide caminar, donde pasas hambre y sed, donde no penetra el sol por lo tupido de su vegetación, en donde los mosquitos y las alimañas no te dejan dormir... ¿para qué voy a pasarlo otra vez si sólo me ha retrasado la marcha, cuando lo que puedo sacar positivo es el consuelo de haberlo superado y tener esa experiencia?

      Pongo un ejemplo: Un superviviente de cualquier campo de concentración nazi. ¿Necesitamos pasar por eso para madurar?¿Tiene algún sentido para el ser humano? Eso sí, podrá decir: "Yo sobreviví", "he tenido una experiencia única", "he podido conocer la parte más oscura del hombre".

      Sí hay que encontrarse y conocerse, a uno mismo y a los demás, pero cuando ya sé que hablar de un asunto no me lleva a ningún sitio porque ya sé que las posturas siquiera son tangentes, para qué, ¿me hace feliz?¿Mejor persona?¿Me aproxima al prójimo?

      Para resumir lo he hecho de pena ;-))

      Besos con el corazón, ahí los limones no tienen nada que ver.

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    4. Resumir lo que se dice resumir...jejeje. Es una broma, tampoco tu respuesta ha sido tan larga. ;)

      En mi opinión, no se puede desligar la responsabilidad de conocer, aprender...a la responsabilidad de ser feliz. Aunque yo tampoco definiría como responsabilidad el ser feliz, si acaso, el dejar ser feliz a los demás y, también, hacer lo posible por hacer feliz a las otras personas...si bien, creo que esto nos daría para una larga conversación, así que lo dejo ahí.

      Por otra parte, estoy de acuerdo contigo en que una experiencia es suficiente para aprender aunque a algunos y algunas les guste repetir la tortura como si de un delicioso postre se tratara. Otras personas no aprenden ni a palos - a saber si necesitan repetir!! - Ahí cada cual...
      Igualmente, pienso que a veces no hace falta vivir o pasar por cierta experiencias. Hay aprendizajes que no son necesarios, tampoco para madurar y mucho menos para ser feliz. Y otros parece que ya los tenemos adquiridos...en fin.

      Yo si que he resumido, jajajajaja.

      Un abrazote cerquita del limonero.

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  3. Es bonito eso de que se acuerden de uno mientras conduces, eso quiere decir que aún podemos aparecernos de pronto sin motivo, y es la mejor forma de estar presente.

    Lamento lo del verano gris, y que la vida se complique.

    Aunque no lo parezca, hay hombres para todo, los que ven clarito que la mejor forma de sobrevivir es ceder y los que llegan a la guerra por un quítame de aquí esa pajas. Cierto que igual no le damos tantas vueltas cuando se opta por el plan A o B, pero hay de todo, como en la viña del Señor.

    Yo también me he ido complicando con el trabajo, y ya no me atrevo a decir que espero liberarme pronto de cosas porque las cosas parecen hongos y crecen por todas partes. En fin, llego a final de mes y hasta puedo hablar con la gente que me importa, a veces por whatsApp o por correo, pero algo es algo.

    Espero seguir sacando tiempo para no "desaparecer" tanto tiempo.

    Un beso grande, grande, gracias por visitarme por aquí y que despeje el verano ;-)

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  4. Hola,

    No es mi vida la que se complica sino la de mi entorno. Pero cuando las personas que me importan sufren, su dolor me duele. Debo estar haciéndome mayor, je... Y es frustrante no poder hacer más que escuchar, estar y dar un abrazo reconfortante, pero también es verdad que poder contar con alguien a quien contar, es un regalo.

    Lo que me llama la atención es la cantidad de parejas a mi alrededor que en estos momentos están en una situación delicada. Dicen que las vacaciones son una situación de riesgo, no sé, no sé..

    Parece que te va genial, se te multiplica el trabajo, y en estos tiempos que corren, eso es una muy buena noticia. Vas a necesitar más días al mes para poder con todo!

    Y sí que es verdad que hay que intentar sacar tiempo para los amigos, para mantenerlos, para saber de ellos, para acompañarlos en sus situaciones difíciles...Aunque los amigos del alma siempre están presentes y permanecen, aunque el tiempo sin encontrarse sea largo.

    Nos tienes mal acostumbrados, y eso es lo que pasa, que luego la espera se hace larga, pero la paciencia también es una virtud. Si te dan un regalo todos los días, cuando no lo tienes te molestas, pero seguro que llega un momento en que no hace tanta ilusión como cuando te sorprenden cuando menos te lo esperas.

    Mi verano está despejado, afortunadamente.

    Besos

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  5. Alégrome de ello, de que los "tiros" sólo pasen cerca, pero no den. Y sí, las vacaciones suelen ser el momento en el que las parejas no encuentran excusas para evitarse y, claro, pasa lo que pasa.

    Me alegra saber que hay gente que considera estos cuentos como un regalo, y no sabes la responsabilidad que me da. Trataré de aplicarme como pueda.

    Más besos.

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  6. Ay, Yiyo, es muy difícil tener crisis de pareja sin tener pareja, ja... Aunque, también hay quien tiene crisis por no tener pareja. Las cosas del ser humano, no estar nunca satisfecho con lo que tiene. Parece que siempre tiene que haber un motivo para no estar conforme.

    Con los regalos lo que pasa es que uno, el que regala, se supone que lo hace con la mejor de las intenciones, y se esmera en intentar encontrar algo que al otro le guste. Lo que ya no podemos hacer, es tener el control de que al otro le guste. Y como eso ya no depende de nosotros, pues a relajarse. Eso tienen los regalos.

    Muchas gracias por todo con besos, como no.

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