sábado, 29 de noviembre de 2014

Independientes, o no

Si alguien le hubiera preguntado, habría asegurado que se conocían de toda la vida, y sin embargo, era la primera vez que se veían. O no. A lo peor cara a cara y a lo mejor cuerpo a cuerpo. Lo realmente cierto es que encontraron sus almas desnudas a simple vista.
Ella, acostumbrada a hombres que solo querían justificar una noche injustificable, comprendió que su abrazo no era un atrevimiento. A lo más, una propuesta, una invitación a un mundo al que prefería ver llegar antes que ponerse a construir. Él, en el fondo de su corazón, solo quería proponer un nido en el que acoger a alguien suficientemente fuerte para entregarse y suficientemente débil para aceptarlo.
Ella, que sabía lo que era desesperar, tuvo el tiempo justo para entregarse antes de que saliera el sol, pero no quiso. Él, que no sabía serenarse, reconoció en ella el sol y la luna que esperaba, pero la perdió entre las miserias de un reino que no era de su mundo.
Quizá todo habría sido diferente si ella le hubiera pedido que esperara, o si él le hubiese rogado que no se fuera, pero ninguno dijo nada cuando la música que les unía les separó.
Él, habría hecho todo cuanto fuera posible por ver pasar la vida a través de sus ojos, pero ella no volvió a recordar los pocos minutos que sus vidas se cruzaron.
Nunca supieron lo cerca que Canarias y Galicia estuvieron de ser una república independiente. Fue sólo por unos segundos, pero completamente independientes, o no.