lunes, 17 de octubre de 2011

La carretera


“Aunque la encuentres pobre, Ítaca de ti no se ha burlado” (Kavafis)

Cuando nos conocimos, la vida era una autopista en una sola dirección. No había día que los límites de velocidad se respetaran. Las normas se dictaban para incumplirlas, para llevarlas al límite, para olvidarlas sobre la marcha…

         Pero un día la autopista llegó a su fin, y allí descubrimos no sólo que tenía que terminar sino que también a dónde nos llevaba. Nadie lo preguntó nunca, pero allí estábamos, con la obligación de cambiar de vehículo y, por primera vez, con la posibilidad de elegir modelo y copiloto. Pudimos elegir incluso la ruta, si bien tampoco estaba tan claro hacia dónde iba cada camino, pero sí podías ver que unos subían montañas otros, bajaban a la playa y muchos, se perdían entre la sabana y la selva.

         En los primeros kilómetros de ruta, encontramos coches destrozados que condujeron personas que creyeron seguir por la autopista, escuchamos historias de quienes pasaron antes y seguimos rodaduras que dejaron quienes llegaron más lejos que nosotros y nosotras.
         
En las áreas de descanso nos cruzamos con quienes dejamos kilómetros atrás, y por el camino tuvimos accidentes pero también vimos amanecer. Dudamos en algunos cruces, pero en otros ni siquiera nos bajamos para ver bien la señalética. Unos se perdieron y otros seguimos una ruta que reconocimos a medida que iba avanzando.

         Y tuvimos que decidir si viajar solos o acompañados. En las estaciones, en el momento de repostar, quienes viajaban solos envidiaban a quienes lo hacían en compañía maldiciendo las horas de carretera en soledad, sin nadie para entretener las noches o para simplemente turnarse al volante los momentos más agotadores. Los que viajaban acompañados también tenían argumentos para envidiar a quienes iban solos, especialmente la libertad para parar dónde cuándo quisieran, el poder disfrutar de su propia soledad, los largos silencios en la carretera…

         A veces, nos encontramos gente que se quedó a esperar al borde de la carretera cuando dejaron el coche en que viajaban a la espera de otro que le recogiera. Otros, por el contrario, decidieron seguir a pie con su equipaje. Bastantes prefirieron comprar su propio coche.

         Yo, durante un tiempo, anduve acompañado. La idea, dijimos, era compartir el camino, hacer la ruta más agradable. El que no conducía debía contar cómo era el paisaje y mirar los mapas. El piloto tenía como obligación estar pendiente a los baches de la carretera y a controlar el consumo del vehículo. Vamos, lo que se dice “un equipo”.

         Lo cierto es que, como sucedió en muchos otros “equipos”, quien debía estar atento a los baches no logró evitar alguno, y el copiloto olvidó contar cosas que ocurrían fuera. Así que cuando cambiamos de posición en el coche, casi estábamos más pendientes de corregir al otro o a la otra para demostrar lo humano de nuestros errores, pero esa demostración finalizaba siempre con un reproche.

         Así que dejamos de ver el paisaje y de estar pendientes a la carretera, por lo que el vehículo cada vez estaba en peor estado y no había forma de disfrutar del viaje.

         En ocasiones, el silencio era tan alto que nos impedía oír la amortiguación rota, o la música la utilizábamos como muro para no tener que mirarnos a la cara.

         Con el tiempo descubrí que en muchos coches pasaba lo mismo.

         Ahora descubro que el coche nunca fue mío y me lo pueden quitar cuando quieran; que los caminos no están para llevarnos a ningún sitio, sino para transitarlos; que lo que dimos en el kilómetro 13 nos lo devolvió otra persona en el 69; que la carretera es bonita, pero los merenderos son geniales; que nadie llegó más lejos que nadie, pero sí hubo quien entró en todos los museos y quien nunca se bajó del coche.

         Así que sigo conduciendo sin saber a dónde, pero dejando que sea la carretera quien me lleve a lugares, a cruzarme con la gente e incluso a la meta de salida o a la línea de llegada.

8 comentarios:

  1. Yiyo, eres un crack, no paras de sorprender, ¿cómo lo haces? Será el sésamo, el colacao, el gofio, la vida, la curiosidad, la observación, atrevimiento a experimentar? Sea lo que sea, me ha encantado y me ha sorprendido de nuevo, así que de nuevo, Muchas Gracias. He disfrutado mucho leyéndolo.

    Me quedé rascada el sábado, espero que haya otro encuentro antes de las 20.000.

    Un beso.

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  2. Pues tiempo nunca se sabe si tenemos, pero ganas...

    La verdad es que me hace gracias saber que estas cosas interesan a alguien, porque uno siempre se pregunta ¿Quién leerá estas cosas? Así que gracias a ti por dar respuestas a mi pregunta.

    Un besote

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  3. Al terminar de leer me he quedado un rato pensando en qué coche he viajado y en cuál estoy viajando ahora... me quedo con " los caminos no están para llevarnos a ningún sitio, sino para transitarlos" ; me parece que de esta manera me será más fácil seguir.
    Me ha gustado ...... gracias Yiyo.

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  4. "Lo que nos llevará al final, serán mis pasos no el camino..." Esto canta Fito en "antes de que cuente diez", y es verdad. Recomiendo, como me recomendaron antes a mí, la lectura de "Ítaca", de Konstantino Kavafis. ¡Qué fácil es equivocarnos y pensar que lo importante es la meta! Ahora está de moda eso de "piensa lo que quieres para conseguir lo que piensas", pero yo prefiero vivir como pienso para disfrutar lo que vivo.

    Como siempre, gracias a ti.

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  5. A mi los años y mi particular viaje a ïtala, que aún estoy en ello y sin saber si habrá final. me ha ensañado, hasta la fecha, que: todos estamos llenos de cíclopes en el alma y en la mente y pensmiento, y por los mismo me quedo con ..."si tu pensamiento se mantiene alto, si una exquisita emoción te toca cuerpo y alma....no hay Poseión que se precie-

    Y en cuanto a la felicidad o viaje vital e inexcusable que todos, con voluntad o sin ella stamos obligados a tener que hacer, pienso que es tan relativo como es el Resultado de nuestros actos. Y simplemente por que al final, no sólo eres lo que eres si no lo que aparentas ser, pues parece que es ahí donde nos quedamos. Muy profundos de pensamientos pero muy pobres de ....sigue tú ...
    Un beso.

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  6. Uf!!! A ciertas edades puede que uno logre ser para mucha gente lo que aparentas, pero lo que llevamos dentro termina saliendo por algún sitio. Puede que no lo veamos directamente pero, como con el volcán del Hierro, se extienden manchas sospechosas, aparecen los peces muertos y un profundo olor a azufre.

    Al final no dejamos de ser islas a merced de las explosiones que llevamos dentro.

    O no.

    ;-)
    Besos

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  7. Bueno, yo no he leído el libro, pero lo he estado buscando y no hay manera, ni siquiera opción a pedirlo. ¿Lo tienes, lo prestarías, o sabes manera de conseguirlo?

    Por cierto, me encanta esa canción de Fito.

    Un beso.

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  8. En cualquier caso, Ítaca aparecerá en cualquier antología poética de Kavafis (tmabién aparece como Cavafis). Advierto que su obra, siendo muy buena, es muy densa y muy elaborada. Se dice que algunos de sus poemas tardó más de 10 años en elaborarlos.
    No creo que haya mucho problema en encontrarlo y sí, estaría dispuesto a prestarlo si pudiera saber en qué caja lo tengo metido. Todo se andará.
    Besotes

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