jueves, 10 de marzo de 2011

El hombre de las mil formas

Fui peine para navegar por su pelo. Sentir cada filamento deslizarse entre mis dientes. Comprobar que no hay tacto más sedoso ni carga más ligera.
         Después me convertí en colirio para ayudarle a limpiar su mirada y fundirme con sus lágrimas, y acariciar así sus mejillas.
         Me volví viento para susurrarle al oído, y agua para saciar su sed, y pan para calmar su hambre.
         Me hice vaquero para ajustarme a su cuerpo, y diario para reflejar su alma.
         Llegué a lápiz para rozar sus labios y a tele para que me mirara.
         Bufanda para resguardarla, zapato para estar a sus pies, manta para abrigarla, payaso para hacerla reír, sol para calentarla, perro para lamerle las heridas, lanza para luchar contra gigantes, soldado en todas sus batallas, suspiro en sus desdichas, bombero en sus incendios, barco en sus mareas, puerto en sus travesías, psiquiatra en sus locuras, maleta en sus viajes…
         Fui eso y más. Pero antes de cerrar la puerta confesó que se iba con otro porque ya no sabía quién era yo. Y no lo pude negar.

2 comentarios:

  1. Grande como siempre...y real como la vida misma,perdemos el norte por amor.Gracias por hacernos pensar.Besos.Huracán.

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  2. Y a veces nos perdemos nosotros, y otras creemos que se entiende y se valora lo que hacemos y, lo que es peor, las más de las veces los que estamos en otra onda somos nosotros y no nos damos cuenta. Difícil esto de darse... y de saber recibir.;-)

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