lunes, 26 de diciembre de 2011

Sin llamar

Como cada sábado, desperté sin que el agudo pitido del contestador me golpeara los tímpanos. Como cada sábado, tardé varios segundos en abrir los ojos y otros muchos en recuperar el control sobre el cerebro, que se activó con el eco del último sueño que, como casi todos, carecía de todo sentido. Comprobé también que mi mujer, como cada sábado, ya se había levantado. Superada esta reiniciación al mundo real, traté de organizar el día en la agenda mental: Ducha, desayuno, contestar e-mails y ayudar a preparar la cena de Navidad, ya que nos reuníamos en casa un grupo importante de personas entre amigos y familiares. Con eso y poco más, el día no dejaba paso a demasiadas sorpresas, ya que hasta finalizar la cena, no tendría demasiado tiempo para descansar y relajarme. Mientras sacudía el brazo izquierdo en posición vertical pues presentaba síntomas de haberse quedado dormido por una posición inadecuada durante la noche, pensé también en que el domingo me tocaría preparar parte de la comida de Navidad y, por la tarde, un zafarrancho de limpieza, por lo que el relax total no llegaría hasta la noche, "así que el lunes", pensé, "tendré tiempo para hacer lo que me queda pendiente de la semana", he hice un breve repaso de todas esas cosas para que no se me olvidaran.

Organizado ya, miré las manecillas del reloj para comprobar que eran las diez y veinte de la mañana, y en un mismo gesto me destapé y me senté en la cama.

Fue en ese instante cuando percibí su presencia. No veía a nadie pero había alguien. Miré hacia un lado y hacia otro, pero la habitación permanecía vacía. También me percaté de pronto del silencio de la casa. Lo normal, un 24 por la mañana, era que mi mujer, más madrugadora que yo, y que mis hijos, más dormilones pero  dispuestos a enfrentarse a sus labores correspondientes temprano para encontrarse con los amigos antes de cenar, hubieran convertido la cocina en un territorio de guerra, de idas y venidas. Pero lo único que se podía sentir era una fuerte presencia, omnipresente. Volví a mirar el reloj y, justo cuando marcaba las diez con veintiún minutos y doce segundos, oí decir: "Es la hora".

La espalda y la cabeza cayeron sobre el colchón. Quizá pude haber sentido un ligero pinchazo en el corazón en el momento de escuchar la frase, pero ahora ya no sentía nada. En cambio, la presencia se hizo visible.

Es difícil de explicar lo que vi. Podría definirla como una sombra, pero casi una nube, ya que sin ser blanca proyectaba claridad, lo que dejaba ver unas manchas oscuras que, sin ser negras daban sensación de sombra. La percepción no era de volumen, sino de espacio. Quiero decir que no se veía desde fuera, sino desde dentro. No había ojos, pero tampoco los tenía yo, que ya no estaba sobre la cama ni sobre nada, y sin hacer movimiento alguno tenía la sensación de desplazamiento.

“¿Qué ha pasado?”, pregunté sin tener boca para hacerla.
“¿No lo sabes? Llevo 10.000 años escuchando la misma pregunta, sabiendo que ya lo saben”, escuché sin tener oídos con los que oír.
“Sigo soñando”, afirmé.
“Sí, eso es también los que dicen quienes fallecen recién levantados de la cama”, me dijo.

¿Fallecen? Pensé. Sigo dormido, pero no sé por qué este sueño tan raro.

“Pero qué les pasa a todos. Ya estamos con la negación de la evidencia. Es obvio que ya no estás en el plano en el que te has estado moviendo estos últimos años, exactamente los últimos 52 años, 285 días y 21,14 horas. Cuanto te adaptes, mejor. Antes evolucionarás y podrás seguir avanzando”.

“Yo no he dicho nada”, pensé, “así que si soy yo quien me contesto a lo que pienso, es obvio que estoy dormido”.

“Lo obvio”, dijo la voz, “es que no tienes boca ni oídos ni pies ni nada de nada, pero en cambio hablas, oyes y te desplazas, así que tendrás que asumir que no existen los secretos ni los pensamientos, lo único que existe eres tú. Si eres limpio de espíritu, transmitirás siempre cosas limpias, pero si no lo eres, pues todo aquello que pienses, desees, quieras o no, forma parte del todo”.
“Pero qué quieres decir, ¿estoy muerto?”
“Escucha bien”, dijo la voz, “eso de la muerte es un término que obviamente no se corresponde con nada. Lo que en tu plano anterior considerabas muerte, qué era. Si te referías a dejar se existir, la realidad es que estás aquí, luego existes, pero si es a que no vas a estar más en las acciones que convertiste en habituales, pues sí, no vas a seguir con ello".
“A ver si lo entiendo”, dije yo. “Hace unos minutos estaba preparándome para festejar la Navidad, ¿Y ahora estoy muerto?”
“La paciencia es una virtud que necesariamente se adquiere después de ayudar a tantas personas a pasar este proceso de madurez, así que trata de escucharme bien para que mi esfuerzo tenga sentido. Aquí no hay tiempo. ¿Para qué? En tu otra etapa el tiempo era importante porque marcaba tu vida. Marcaba el tiempo que te quedaba y el que ya habías tenido. Aquí tu percepción es que ha pasado un tiempo porque tienes esa concepción en cuanto a la conversación. Pero si te dijera que cada pensamiento tardas un año en construirlo, o que cada duda yo la resuelvo en tres meses, o que realmente ese día que tú identificas como el de tu muerte hubiera pasado hace mil años… No existe el tiempo porque lo tienes todo. No hay límite en el futuro, y por tanto no importa cuándo empezaste este proceso, y lo único de define los momentos son esos procesos. Cuando estés preparado pasarás a otra etapa, que será tan infinita en el tiempo como esta”.

La cosa se complicaba mucho. Quizá entendía lo que me decía, pero no podía ser. Todo este rollo del tiempo y de los procesos a mí me daban igual. Las preguntas para las que yo necesitaba respuestas eran más sencillas. ¿Estoy muerto? Si es así, ¿cómo no tuve tiempo de despedirme de mi familia?¿Por qué no me permitió quien sea, terminar las cosas que estaba haciendo?¿Tendré oportunidad de ayudarles, de verlos?¿Se acordarán de mí?...

Estaba en estos pensamientos cuando la voz me interrumpió:

        “Veo que no has entendido nada, ni en tu etapa anterior ni en esta. En cuanto a todas esas preguntas que te haces, es de suponer que ya tienes mimbres suficientes como para contestarlas. La muerte de la que hablas no existe en este plano, y en el anterior, depende del sentido que le dieras. Hubo quien se acercó más y quien todavía anda buscando algo que le ayude a pasar este proceso. Toda tu vida anterior fue para despedirte de tu familia, de tus amigos y de toda aquella persona de la que quisiste despedirte, o a caso no eras consciente de que cada día y cada hora podía ser la última que tuvieras con ellas. Como entenderás, nada de lo que hacías tenía más importancia que el ayudarte a evolucionar. Da lo mismo lo que hayas o no terminado. En lo único que aciertan todos y todas cuando llegan a este plano es que su tiempo se acabó, pero curiosamente, no entienden la importancia de eso, de que el tiempo ya se ha acabado. Te lo expliqué ya. No hay tiempo, sólo proceso. Será más fácil asumirlo si lo trabajaste anteriormente, pero si no, la evolución será más compleja. Del resto de las preguntas, como entenderás durante la evolución, no son más que reminiscencias de tu estado humano. Se acordarán tanto como hayas sido capaz de compartir con ellos, y tiempo de ayudarles has tenido y en lo que les has transmitido y enseñado seguirás ayudándoles, como te ayudaron a ti tantos después de dejar esa etapa que tú llamas vida”.

        “Y entonces”, volví a pensar, “esto es el cielo”.

        “No, o sí”, dijo la voz. “realmente esto es lo que hay. Aquí estarás en donde tienes que estar por méritos propios. Lo que tú entiendes por cielo o infierno te lo crearás tú. Cuanto más te empeñes en encerrarte en ti, en evitar tu proceso agarrándote a una vida que ya no es tuya, en guardar rencor por ello, en lamentar y envidiar la evolución de las almas que crecen, te encontrarás más cerca de tu infierno. Por el contrario, cuanto más evoluciones y aprendas, más cerca de tu cielo.
        “Y Dios, ¿existe?”, dije.
        “Y si existiera, ¿estarías preparado para llegar a esa verdad absoluta? Pues tendrás que evolucionar para saberlo”

7 comentarios:

  1. Muchos acontecimientos de nuestra vida suceden sin previo aviso, sin programar, sin cita previa, eso tiene la imprevisibilidad de la vida, y eso es lo que la hace atractiva y sorprendente. Claro que, a veces no nos gusta así, y preferimos tenerlo todo controlado, organizado, estar preparados para lo que va a suceder, estar sujetos a nuestras rutinas, porque lo que no podemos controlar nos descoloca. Yo prefiero lo impredecible, no me gusta que todo esté ajustado, no me gusta ser predecible, me siento menos encorsetada, y aún así, reconozco que a veces me cuesta encajar lo que va sucediendo, sobre todo, si pienso que ahora no tocaba esto o no así. Supongo que soy un ser humano lleno de contradicciones y que muchas veces me muevo entre extremos sin saber al cual de ellos arrimarme.

    En fin, lo dicho, que en el 2012 busquemos y trabajemos por todo aquello que nos hace sentir vivos y satisfechos.

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  2. Todos/as solemos decir que nos gusta la sorpresa, que no nos preocupamos del mañana, pero la verdad es que buscamos pareja estable, trabajo estable, amigos estables, vivienda estable... Repetimos los sitios en los que nos sentimos bien sin saber si en otros nos sentiríamos mejor, vamos a tomar copas a los mismos lugares porque ya conocemos lo que nos vamos a encontrar (gente, música, bebidas...) Y educamos a nuestros hijos e hijas en esos parámetros. En general es como vivimos. Pero sí pensamos (y no digo que sea el caso tuyo, porrrrr supuesto) que estamos abiertos a los cambios. A pesar de ello, en cada entierro nos prometemos vivir más y trabajar menos, hacer más caso a las cosas importantes, estar más con la gente que queremos, pero al final... Volvemos a lo cotidiano.

    Feliz 2012 y sintámonos libres y satisfechos.

    Besotes.

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  3. Como dice un ex cuñado mío al que quiero un montón: "se dijo"

    Besos

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  4. Les deseo lo mejor para el próximo año.

    http://www.youtube.com/watch?v=9-wLFgsu67A

    Besos

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  5. Un beso grande a todas y todos, y que vivir la vida siga siendo lo importante.

    Y a cuento de esto, aquí mi granito de arena. Muy oída, pero quizá poco escuchada.

    Feliz 2012

    http://www.youtube.com/watch?v=2TUDPY5TiJY

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  6. Roser (Blanes-Girona)11 de enero de 2012, 15:13

    Leyendo esto, me reafirmo aún más en la teoría de que el tiempo y las situaciones son relativas y subjetivas. Por eso aconsejo vivir el dia a dia. Pensad que ayer ya pasó y no se puede hacer nada por cambiarlo y mañana aún no ha llegado y no sabemos lo que nos traerá, por eso vivamos el hoy sin miedos ni conjeturas. Y otra cosa... no dejeis nunca de sonreir, ya que en cualquier momento y cualquier lugar puede haber alguien que se enamore de vuestra sonrisa.

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  7. Hola, morenota. Me alegra verte por aquí. Espero que se repita.

    Es magnífico pensar que el ayer no se puede cambiar, pero hay que ser conscientes de que lo que hagamos hoy tiene mucho que ver con lo que ocurrirá mañana, estemos o no para contarlo. Por eso, cuando me cuentan lo del "día a día", a mí me da un cierto miedo (evidentemente es una cuestión personal) porque por vivir el "día a día", la contaminación, el cambio climático, los desencuentros personales, la falta de respeto en las cosas cotidianas en la pareja, los compañeros/as, los hijos/as, etcétera...

    Quizá por eso yo prefiera decir sólo eso de "hay que vivir". Después, cada uno tendrá que asumir las consecuencias de cómo vive, si día a día, hora a hora, mes a mes, o sólo de vez en cuando.

    Un besote grande desde acá ;-)

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