lunes, 12 de diciembre de 2011

Mangas

La primera vez que nos cruzó la vida ella estaba buceando entre cientos de cómics japoneses en busca de no sé qué manga de colección con el que, por lo visto, Katsuhiro Otomo había roto las reticencias del cine para reconocer el valor de los garabatos japoneses y trasladarlos al celuloide.

Por entonces yo nada sabía de esto, pero su pasión al oírla hablar con el dependiente y mi irresistible atracción por ella me hicieron un asiduo de una tienda de coleccionistas que ella nunca más pisó, al menos que yo supiera.

Casi no la recordaba cuando, en un curso de repostería, justo en el momento en que el cocinero jefe se proponía rellenar una milhoja con una manga llena de crema pastelera, como por arte de magia ella apareció interrumpiendo la clase y, de nuevo, mi vida. Con un aspecto más formal que con el que yo la recordaba, se había dirigido al profesor mostrando la misma pasión en la conversación que buscando el cómic y provocando la misma irresistible atracción por mi parte.

Me matriculé en todos los cursos de cocina que dieron ese año, y si bien aprendía a elaborar platos exquisitos, no volví a verla por allí.

Tuve que esperar a que llegara el Carnaval para volver a coincidir con ella.

Como cada año, una costurera me elaboraba un modesto disfraz acorde con el tema elegido para las carnestolendas. En esta ocasión se trataba de personajes literarios. Después de mucho pensarlo, opté por usurpar la personalidad del Capitán Nemo. Tras varias visitas a la costurera, fue precisamente el día en que me probaba las mangas de la chaqueta cuando ella entró en el taller y, de nuevo, en mi vida.

Por supuesto que no se acordaba de mí, porqué iba a acordarse si nunca habíamos hablado. En cambio ella seguía igual de bella, igual de apasionada y bastante más distendida que la última vez que la había visto.

Estuve apunto de decirle algo, de invitarla a una cerveza, de proponerle una cita, pero un Nemo sin mangas en la chaqueta carece también de valor y, de la misma forma que llegó, volvió a desaparecer entre cortes a medida.

Como era de esperar, la siguiente vez que la vi no la esperaba, y lo que es mejor: todo lo que ocurrió fue inesperado.

Era un noviembre desapacible, probablemente uno de esos días que aparecen en las estadísticas locales como el peor de los últimos mil años. El viento castigaba los oídos y las olas, una playa deshabitada. Allí estaba yo perdido en mis pensamientos cuando se dio un extraño fenómeno natural. Del agua comenzó a subir una gruesa columna de agua hacia el cielo. Casi parecía imposible lo que veía. Me froté los ojos pensando que quizá se trataba de un efecto óptico, pero cuando más concentrado estaba, una voz me dijo:

-”Se llama manga. Se produce como consecuencia de un torbellino atmosférico. Es un fenómeno muy raro, especialmente en estas latitudes”.
No tuve que mirar. Supe enseguida que se trataba de ella. ¿Cómo? No lo sé, pero estaba seguro. No quise mirar, pero ella siguió hablando. Dijo tantas cosas y puso tanta vida en ello, que no quise interrupirla.

-”Es normal”, dijo en un momento, “que no te acuerdes de mí. Hemos coincidido tres veces, pero no tenías por qué saberlo”.

-”Lo sé”, contesté, “La primera vez buscaba cómics mangas, la segunda estaba aprendiendo a manejar la manga en la repostería y, la tercera vez, estuve a punto de llamarte, pero me estaba probando las mangas de un disfraz, y ahora, ésta”.

Se puso de puntillas, se apoyó ligeramente a mis hombros y me besó.

-”Ya sabes como convocarme a tu lado”, dijo antes de desaparecer como desaparecía la manga sobre el mar.

Tardé más de lo esperado en atar cabos. No comprendí lo que quiso decirme y cuando lo comprendí me pareció una idea tan estúpida que me negué a creerla.

Pasaron los días sin que la idea se me fuera de la cabeza. Existía una forma de convocarla junto a mí, pero no era lógica. Así estuve dando vueltas a la cabeza hasta que, en un mercado agrícola, encontré mangas. Compré varias con el propósito de comprobar la estúpida teoría y comprobé que no aparecía ella en ningún lado.

Decepcionado me fui a casa, preparé algo de comer y justo en el momento en que me disponía a pelar la manga, el timbre de la puerta sonó. Dejé la fruta, me limpié las manos y al abrir allí estaba ella.

-”Has tardado en comprenderlo. No siempre lo que nos une tiene que ser lógico”, me dijo. “¿Vas a dejarme pasar o tendré que esperar aquí a que te la comas?”

Y la verdad es que no entiendo nada, pero desde entonces tengo siempre la nevera llena de mangas, me hago las camisas a medida, práctico la repostería con asiduidad ha crecido mi afición por el cómic nipón y hasta sonrío cuando alguien me hace un corte de manga.

5 comentarios:

  1. Hola Yiyo, ¿qué tal estás?

    Ya ves, este relato me recuerda a momentos y etapas de mi vida. Es aquello de que cuando no deseo encontrarme con alguien a quien deseas tener a distancia, simplemente no ocurre; y por el contrario, cuando siento que ya estoy preparada para el encuentro, simplemente, de manera natural, se da. Es muy curioso. A mi me da por pensar que el "universo" me escucha, o algo superior, no sé. Pero lo cierto es que es como si la disposición de uno mismo para que ocurra algo, o no, favorece nuestros deseos. Me enrollé, creo. Cuando leí el relato lo vi muy claro y me vinieron imágenes como flashes, como retazos de mi vida. En fin, me ha divertido y al mismo tiempo me ha parecido interesante este relato.

    Besos y Feliz Navidad.

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  2. Hola de nuevo.

    Supongo que tendremos tiempo para felicitar la Navidad aún, aunque queda menos.
    Como siempre me alegra que alguien se divierta con lo que escribo, da la sensación de que no es del todo inútil ;-))

    Como hemos hablado otras veces, las cosas que nos ocurren las vivimos según el estado de ánimo en el que estamos. Lo bueno de algunas relaciones es que a pesar de que no entendemos por qué funciona, resulta que funcionan.

    Existe un método llamado "aprendizaje heurístico" que se basa en aprendizaje por descubrimiento, creativo, activo, intuitivo e investigador. Esto es, hay cosas que sabemos que pasan cuando hacemos algo pero no sabemos por qué pasan como pasan. Ejemplo, la radio no funciona, pero dándole un golpe en un lado determinado se arregla, pero si se le da en otro, no.

    Tengo un amigo que en su casa, cuando no podías cambiar el canal de la tele (era de aquellas teles digitales y aún no existía el mando), le pasaban el secador, y funcionaba.

    Hay relaciones que son así. Sabemos que hay temas que mejor no tocar, cosas que no debemos hacer o sí, elementos que hacen que alguien cambie de humor.... o ni siquiera tenemos un sólo argumento para justificar el amor, el cariño o lo que sea por otra persona.

    Es así y está bien. Lo vivimos, que es de lo que se trata.

    Besos y feliz Navidad.

    PD: EL 24 y el 31, desde las 12 del mediodía, en Vegueta se van a poner sonido y barras en la calle para celebrar la Navidad. Sería un buen sitio para encontrarnos todos los que quieran.

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  3. Muchas gracias por la información, no lo sabía. Si voy por allí te daré una llamadita para hacer un brindis.

    Besos

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  4. Sabes que la respuesta puede que esté en la Atrología, concretamente en la Astrología Psicológica?. Yo aunque hace ya tiempo que la descrubrí, es ahora cuando me ha despertado la curiosidad, y es una ciencia como las matemáticas pero a nivel mas sociológico o psicológico. Lo cierto que su estudio es muy interesante y revelador. Te descubre muchas respuestas en todos los ámbitos, sean personales , profesionales, de comportamiento o incluso proyección futura. Sólo necesitas saber tu fecha, lugar y hora de nacimiento. Es como una fotografía del cielo en el momento justo de tu aparición/nacimiento.
    Si interesa su conocimiento se puede revelar, descubrir y hasta ratifica información que ni los divanes de los Psiquiatras, de hecho, antiguamente, los médicos caminaban detrás o de la mano de los astrólogos. Ejemplo, tu Luna está en Leo y eso ya es una foto para quien conozca algo al respecto...pero si interesa saber mas de Astrología Psicológica hay que, eso, interesarse abiertamente. Es un mundo de conocimiento que todo el mundo deberíamos recuperar y descubrir.
    Yo estoy en ello y cada vez me gusta mas porque me da respuesta a comportamientos propios y ajenos..es una herramienta de conocimiento que ni te imaginas la información que te puede ofrecer.
    Y que mejor que a primeros de año para descubrirla y recuperarla?
    Felices Fiestas a ti y a todo tu Blog

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  5. Gracias por escribir, antes que nada, y disculpas porque he descubierto una pestaña en donde, como los e-mails, se guardan comentarios que por algún motivo se consideran spam.

    Afortunadamente sólo habían dos y, por desgracia, este era uno de ellos.

    Personalmente prefiero creer que lo que soy y lo que seré depende más de mí que de las estrellas, y que los condicionamientos que pudieran existir no son determinantes en mi vida. Creo que tiene más influencia en la vida de alguien el trato que se le ha dispensado por quienes le rodean que por cómo está el cielo en el momento de su nacimiento. De hecho creo que acepto incluso la posibilidad de estar equivocado no por los astros, sino porque he aprendido que no existe una verdad absoluta en casi ningún tema.

    Un besote grande y feliz año, que aún queda ;-)

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