jueves, 17 de septiembre de 2015

Kryptonita

Por mucho que no queramos, todos tenemos nuestra kryptonita en forma de ser humano. Alguien que con sola su presencia nos desarma, nos deja desnudos de habilidades y palabras, nos hace sentirnos torpes y no solo nos impide las reacciones normales sino que, además, nos nace una virtud invertida (no podría decir que es un defecto) que convierte lo simpático en ridículo y cualquier intento de aproximación en una Via Crusis.

A veces es por amor; otras, por odio o rencor; las menos, por admiración; y quizá, alguna, por agotamiento.

Como le sucede al super-hombre con la kryptonita, en la mayoría de las ocasiones es más efectiva cuando menos te lo esperas, y por mucho que uno trate de prepararse para que no ocurra de nuevo, ahí nos vemos metiendo la pata, desarmados de palabras y de hechos, al descubierto en medio del fuego cruzado...

Y cuando lo pensamos, no hay ni una sola razón objetiva que nos lleve a esa situación, pero ahí nos vemos en cada una de esas ocasiones.

Cuando es por admiración o agotamiento, la situación se convierte en cómica, pero cuando es por amor o rencor, roza lo ridículo. Pero en cualquiera de los casos, y como característica común con Clark Kent, solo nosotros somos conscientes de esa influencia, por lo que todo lo que se ve desde fuera es valorado desde la incomprensión.

No nos salen ronchas ni cambiamos de forma ni nos dan espasmos. Quizá seamos más lentos de reflejos al actuar o al hablar, o nos volvemos sensiblemente más torpes, o cometemos pequeños errores imperceptibles pero que miramos al microscopio para sobredimensionarla.

Si Superman no se creyera que tiene poderes especiales y se considerara un hombre más, probablemente la Kryptonita no le supondría nada, y podría vivir a su lado. Pero ya solo sería un fotógrafo más bien torpe viviendo una vida normal, y no por ello menos feliz.



4 comentarios:

  1. Jajajajaja...

    Ay Yiyo, qué divertido, y yo que pensaba que estas "tonteridas" (como decía un ex jefe mío), sólo me pasaban a mi...

    Me siento totalmente identificada. Me pasa solamente cuando estoy enamorada, y vaya chasco. Una quiere agradar, y suelo comportarme tal cual, es decir, no intento aparentar, ni comportarme diferente para agradar. Pero es que ni puedo ser lo natural que soy, un horrorrrrr. Me vuelvo torpe. Pareciera que no sé defenderme en la vida, te lo digo, y a veces muestro la inseguridad hasta conduciendo. Yo, que me siento muy capaz, que soy muy autónoma...no me reconozco. Y luego me machaco. Pero chica, me digo, ¿qué te pasa?, porqué tanta inseguridad?

    Pero es incontrolable, pasa y pasa, y que pase lo que tenga que pasar. Qué se le va a hacer!

    Pues eso, divertido.

    Un abrazo.

    En fin, será lo que dices, el síndrome de la kryptonita.

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    1. Buenas una vez más.

      Como ya he dicho en otras ocasiones, hay algo que la vida te enseña: Todos los sentimientos que encontramos en nosotr@s, son vividos por cuantas personas conocemos. Podemos ser más sensibles o no, nos puede afectar más o menos, pero todos "tenemos" la misma base afectiva.

      Es una suerte que solo te pase en cuestiones de amor, porque ahí, aún, puede solucionarse con más o menos tiempo. Cuando es con alguien que la epiglotis no traga, la cosa es mucho más compleja, porque superarlo es un puñetero problema.

      Y sí, es divertido verse uno con más de medio siglo (por meses ;-)), pensando eso de "qué necesidad tengo yo de esto".

      Un beso grande.

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  2. Me gustó esta historia Yiyo..torpemente sin reflejos. Un beso lo cambia todo

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    1. Buenos días.

      Cierto. A veces el beso es el antídoto; a veces, la kryptonita. Pero después de un beso,nada sigue igual.

      Un fuerte abrazo

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