domingo, 3 de febrero de 2013

Y ya estamos en febrero


Se había prometido un cambio de vida. Poner fin a las prisas, disfrutar de la familia, más tiempo para leer, menos horas de trabajo, practicar deporte, terminar el curso que había dejado a medias en la UNED, mirarse más el ombligo y menos al espejo…
Ese iba a ser su regalo de Navidad. Una mujer madura, de vuelta de casi todo y tras una eternidad trabajando sin descanso, ya tenía derecho a “vivir la vida”, se decía. Había sabido superar una dura separación, incluso, cuando vio que no había marcha atrás, aprovechó las circunstancias para hacer que su ex marido se sintiera más culpable, y con ello había conseguido controlar la relación en todo momento. Más culpable lo hizo sentirse cuando los niños le hablaron de la “nueva novia de papá”. No le hizo falta más que unas cuantas frases precisas en el momento oportuno para que su “ex” se sintiera vil y asumiera que su papel era facilitarle la vida tanto como ella dispusiera.
A veces hasta le daba pena.
Pero ya entonces, y hasta ahora, su vida se limitaba al trabajo, a los dos hijos que tenía y a mantener alguna que otra salida con compañeros de la oficina o algún cliente, siempre sin mayores pretensiones que convertir el trabajo en algo distendido.
Mientras esperaba el ascensor pensaba en ese cambio de vida prometido, y sin embargo, allí estaba corriendo una vez más, entre el colegio de los chicos y la reunión de primera hora con unas clientas que, temía, no iban a facilitarle el trabajo.
Pensó que cuando se prometió en Navidad un futuro, tuvo que posponerlo para Reyes, pues no podía dejar sin terminar lo que estaba pendiente. Claro que las cosas se complicaron y trajeron más cosas que le hicieron pensar que el día para romper con todo sería justo después de Carnaval. Pero el Carnaval finalizó dando paso a la Semana Santa y ésta, al cierre fiscal, y ya en estas fechas pasó a mirar hacia el verano, en donde entre el mes con los niños y las vacaciones de los compañeros de despacho nada se podría hacer, y de ahí, de nuevo se volvió a prometer el mismo regalo de Navidad.
Y así lleva un lustro, deseando cambiar lo que nunca cambia. “Y ya estamos en febrero”, se dijo mientras miraba el reloj.

4 comentarios:

  1. Ay Yiyo, si parece que hablas de mi, excepto por lo de fastidiar al ex, que no es mi caso. ¡Cuántas personas debemos andar en la misma situación!

    Sí señor, y ya en febrero, le decía no hace mucho a una amiga. Y yo sin buscar mi disfraz de carnaval, que este año quería.
    Y sin hacer más deporte, que también quería.
    Y sin encontrar más tiempo para mi...
    Y sin programar aún ese viaje que dejé pendiente el año pasado.
    Y sin...

    Qué dolor!!!!

    Y más trabajo que roba mi tiempo de ocio. En fin...

    Cuando he leído esto me he echado a reír. Habrá que hacer algo, sí, pero no sé ni cuando, ni cómo.

    Pero bueno, me he reído un rato.

    Gracias por eso y un abrazo grandote, como dices tú.

    ResponderEliminar
  2. Buenas, señorita.
    Antes que nada, gracias a ti, por muchas cosas pero en especial por lo "interactiva" que eres para esta página.

    Y sí, lo gracioso de todo esto es que, como siempre, pensamos que lo que nos ocurre nos ocurre a nosotros solos, y cuando alguien nos cuenta lo mismo pero con otra voz pero lo escuchamos con nuestras orejas o lo leemos con nuestros ojos, nos vemos reflejados, lo que nos demuestra que no somos tan distintos ni distintas.

    En cuanto a lo del Carnaval, ya estás buscando el disfraz para el sábado, que Vegueta espera.

    Un abrazote

    ResponderEliminar
  3. Pues fíjate que esta página es un regalo para mi. Quiero decir que me hace parar a reflexionar sobre lo que dices, y resulta curioso lo que a veces desencadena.

    En mi caso, sólo el hecho de hacer el parón y pensar sobre ello, ya hace que se ponga en marcha una maquinaria, que por momentos parece adormecida y amnésica.
    Si además lo unes a que el ritmo tan frenético que llevamos nos impide juntarnos con los amigos para hacer la reflexión compartida, pues ya ves...

    De esta manera, interactúo con alguien más. En fin, que sí, que si no se hace un esfuerzo importante, si no se está atento, resulta que al final, no somos los que llevamos las riendas de nuestros actos, sino que dejamos que los acontecimientos sean los que dirigen nuestra vida.

    Al menos, esto es lo que me ocurre a mi más de lo que deseo.

    Un abrazo

    pd.: en Vegueta estaré, aunque sea sin disfraz.

    ResponderEliminar
  4. Pues no sabes lo que me alegra saber que a alguien le hace pararse y pensar. Ya eso vale el esfuerzo de escribirlo, aunque ahora iré con mucho más cuidado con lo que diga.

    Un besote y hasta dentro de un rato en Vegueta.
    PD: Ponte disfraz!!

    ResponderEliminar