Sólo cuando
perdí el timón de la nave me di cuenta de que los años de preparativos no
habían servido para nada. De nada, los cursos de primeros auxilios ni de
mecánica; de nada, la señalización de las salidas de emergencia ni la
disciplina; de nada, los meses estudiando las cartas de navegación, las corrientes
y los flujos; de nada, las estrellas ni el sol; de nada los aplausos a mi
salida ni los augurios ni las buenaventuras prometidas. Desde mi salida todo han
sido sorpresas y despropósitos.
Nadie me
advirtió que con un barco no se debe intentar llegar a Casiopea, pero me
vendieron el barco y un fin de semana en la luna, y yo compré. Necesitaba la
meta, el objetivo, el destino final en donde mi felicidad habita.
Desde que
perdí el timón tampoco puedo dar la vuelta, ni maldecir a quienes me miran
desde la costa porque tampoco ellos saben cómo debía hacerlo. Quizá sólo
admiran que alguien trate de alcanzarla una constelación, pero nunca se han
planteado navegar sobre las nubes porque los pies de plomo les recuerdan que no
tienen otro destino que mirar a quienes intentan dar pasos en el espacio a
gravedad cero.
Debí darme
la vuelta desde que el velero perdió el mascarón de proa, pero no sé si me
faltó valor para descender, o para defraudar a quienes creyeron en mí o es que prefiero perderme en el fracaso a reconocerlo. El caso es que saludo
asomado a estribor mirando unos puntitos que no sé siquiera si tienen ojos,
oídos o cabeza, sin saber qué estoy haciendo.
Pinchar: http://www.youtube.com/watch?v=qXR94CQBm0U
Sencillamente precioso !!!
ResponderEliminarNo conocía esta canción de Silvio Rodríguez, así que gracias.
Un beso
Gabriela
Muchísimas gracias. Siempre es alentador que alguien lo entienda y le guste.
ResponderEliminarUn besote y un abrazo ;-)