domingo, 25 de marzo de 2012

Palabras y hechos

Da lo mismo la forma. El caso es que llegaron a la conclusión de que las palabras no hacían más que entorpecer la relación. Ninguno estaba dispuesto a creer en promesas y sentimientos que no se constatara en hechos.

“No quiero que me digas que me quieres”, dijo ella, “necesito que me demuestres que me quieres”.

Claro que él aseveró que de nada le servían sus  juramentos de amor eterno: “sólo el que me das segundo a segundo puedo aceptarlo como mío”, aseveró.

Y los días pasaron, así como los meses y los años, sin más interpretación que los hechos en sí mismos. 

Nada de celos ni extrañas interpretaciones. Si había ganas de abrazarse, se abrazaban. Que las había de besarse, pues beso que había. Sexo, quejas, caprichos… Todo cabía sin necesidad de explicar nada. Todo tenía hueco siempre que los deseos tomaran forma de hechos consumados.

Un día que ella se despertó en la cama de él y, al levantarse, se puso su pijama, él no pudo decirle lo hermosa que estaba allí, junto a la puerta de la cocina, viéndolo terminar de exprimir unas naranjas. 

Ella, por su parte, tampoco dijo una palabra del tremendo sentimiento de ternura que le despertaba verle casi desnudo preparando un desayuno que, para los dos, era lo de menos.

A medida que la relación avanzaba, cada uno comenzó a pensar en el hecho de que se callaba demasiadas cosas, pero también era verdad que los hechos demostraban que los momentos de “locura” transitoria se distanciaban cada vez más, y que en los encuentros no tenían nada realmente importante que decirse, lo que provocó que el vacío de las palabras comenzara a dejar un hueco en ellos como pareja.

No fue difícil que ella se sintiera terriblemente atraída por un hombre que le recitaba poesía al oído, a pesar de que sólo fueran palabras, ni tampoco que él la viera partir constatando el hecho de que la había perdido.

6 comentarios:

  1. Que cosas. Al leer este relato me ha venido a la cabeza una pregunta que me hizo alguien un día: ¿Complicado o complejo?
    ¿Es que realmente las relaciones son complicadas?, ¿o es que son sencillamente complejas y las adornamos con complicaciones propias?...
    Arriesgándome a realizar una simple y alejada interpretación de lo que quieres transmitir, te dejo este comentario.
    Besos, Yesenia

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  2. ¿Qué es lo importante?, ¿lo que se dice?, ¿lo que no se dice, pero se intuye?.

    A saber. Yo he aprendido que eso depende de las personas implicadas en el proceso de la comunicación, de la relación. No es lo mismo como yo me relaciono con una persona que con otra. Y no sólo porque esas personas son diferentes, sino porque yo no soy la misma con una que con otra. Creo que es una cuestión de acoplamiento, de adaptación.

    Y no quiero con esto decir que yo cambie, ya que en esencia soy la misma, sino que las maneras de establecer y mantener una relación no es estática. Y ni siquiera a mi me vale ahora lo que me sirvió hace un año, porque vamos cambiando y con ello lo que deseamos y cómo deseamos lo que deseamos.

    Por eso, si para una persona la franqueza es fundamental y para mi también, será más fácil, quizás, entendernos.
    Si embargo, quizás para otra persona la franqueza le cueste más de aceptar y haya que buscar la manera de decir según que cosas de forma que yo, por poner un ejemplo, me sienta bien al decir lo que quiera decir, intentando no cometer un sincericidio, es decir, la sinceridad caiga quien caiga.

    Y, como sabemos, la comunicación no verbal es algo muy poderoso. Comunicamos sin decir nada. Muchas veces no hace falta ni hablar para saber.

    En fin, me he enrollado un pelín, I´m sorry.

    Besos.

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  3. Las relaciones son complejas o complicadas, también simples y sencillas, todo depende de cómo seamos nosotros. Si uno dice: "Cada día te quiero más", por ejemplo, hay quien asume que antes me querías mucho y ahora mucho más, quien entiende que el amor va creciendo cada día, quien entiende que antes no le querías y ya empiezas a quererle... después está el tono: si es sincero o cínico (el sentido de la frase), si es un reproche o una declaración de intenciones...

    En definitiva. Creo, probablemente por las buenas y malas experiencias vividas, que no tratamos de entender lo que nos dicen sino de confirmar nuestros percepciones.

    Ya que lo planteas, lo que quiero transmitir es que nos equivocamos cuando planteamos que hacen falta más hechos que palabras, que esa teoría de que "me dice mucho y no hace nada", puede tener un fundamento, pero al final, a la mayoría de la gente (que no idolatra lo material y/o corporal) necesita tanto el contacto físico como compartir lo que las manos, los ojos y los abrazos no llegan a transmitir.

    En cuanto al segundo comentario, como que no lo veo mucho. No creo que yo sea en esencia el mismo que hace muchos años. Lo que fuí, era. Hoy en esencia soy otro. Yo, por ejemplo, menos virulento, menos radical, más dispuesto a equivocarme y a reconocerlo, no estoy dispuesto a aguantarme en ciertas situaciones, no creo que cosas que antes creía, no veo el mundo de la misma forma, no estoy dispuesto a pasar por donde antes estaba convencido que había de pasar.... En fin, ¿mi esencia es la misma? La verdad, en algunas cosas ni me reconozco.

    En cuanto a la franqueza, lamentablemente para mis tesis personales, creo que conozco más parejas que se mantienen porque saben mucho mejor qué callar que qué decir. Y es cierto, muchas veces no hace falta hablar para saber pero, en muchos casos, cuando llegamos a ese punto, ya es tarde, ¿o no conoces a nadie que han mirado como si fueras la única persona sobre la Tierra cuándo toda la Tierra sabía que no era así?

    Yesenia, gracias por repetir; Gabriela, por llevar tanto por acá.

    Besotes grandes

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  4. No siempre es sencillo transmitir y mucho menos conseguir que se entienda lo que una pretende transmitir. En la comunicación verbal hay sus más y sus menos, y en la escrita, por lo unidireccional que tiene, más complicado aún.

    Muy de acuerdo contigo, Yiyo, en que en esencia no somos los mismos de hace 10 años, y ni siquiera de hace 1, o menos.
    Mi comentario se sitúa en un momento presente, más o menos, y en concreto a la manera de relacionarme con 2 personas diferentes. Y cómo debemos, sin dejar de respetarnos y cuidarnos, adecuarnos a la persona que tenemos enfrente. Creo que es una cuestión de sensibilidad.

    Y con respecto a la franqueza, que era simplemente un ejemplo, es cierto, que podemos, quizás, necesitar más palabras que actos o al revés. Pero eso es lo que uno necesita. El otro puede darnos hasta donde quiere o puede, que a veces no puede, por lo que sea. Y creo que la cuestión fundamental, desde mi punto de vista, es ver o decidir qué hacer con lo que el otro nos da, ¿lo queremos o no?. Porque el otro nos ama a su manera, y quizás no como a nosotros nos gustaría que lo hiciera.

    En fin, no es sencillo, pero lo que está claro es que es un aprendizaje constante.

    Besos

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  5. Y viceversa. O sea, el otro nos ama a su manera y nosotros también; y nos dan hasta donde se quiere o se puede, pero nosotros también; y a veces lo queremos y otras veces no, pero el otro también.

    Ya sé, o creo que sé porque nos vamos conociendo, que esto está implícito en lo que escribes, pero quiero matizarlo.

    Y si bien estoy de acuerdo en que no es sencillo y que estamos en un aprendizaje constante en este máster de relaciones humanas que dura toda la vida, también creo que cada vez es más sencillo posicionarse, colocarse en el sitio que se quiere, respetar a la otra persona y evitar los malos entendidos. No tanto por que sepamos cómo hacerlo sino por evitar situaciones complicadas que ya no deseamos vivir.

    Ahora soy yo el que no sabe si se lió ;-))

    Un besote grande y, de nuevo, gracias por compartir pensamientos.

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  6. Y viceversa, por supuesto. Lo pensaba mientras escribía, pero se me fue el baifo. A veces el coco va más rápido que la capacidad para escribir.

    No te liaste para nada.

    Gracias a ti. Esto es como mantener una conversación, pero con más tiempo entre acto y acto, lo que hace que se pueda reflexionar un poco más antes de escribir. Me gusta esto, porque todo ya va demasiado deprisa y es una necesidad parar, observar y observarse.

    Un beso.

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