sábado, 14 de enero de 2012

Y el pelo que pierde

Comparto piso con Frida, una labradora blanca, espectacularmente buena, fiel, bonita como no hay otra, tranquila cuando hay que serlo, juguetona si está en espacios abiertos, nunca hace sus necesidades en lugares inadecuados, no hay que gritarle, acepta a todos y a todas como son, si se siente mal en un sitio sólo da la vuelta y se coloca en otro sin molestar a nadie y sin hacerse notar, exige el mínimo de mimos, acepta todos los cariños que le ofrezcas sin mala cara... Lo dicho: es la perra perfecta.

De hecho, nunca me defino como su dueño, porque no sé bien quién tiene a quien. Tampoco es mi perra, ya que, salvo raras excepciones, ella va suelta y se podría ir con quien quisiera, así que estamos juntos porque nos queremos así, sin condiciones.

Claro que como todos los seres, especialmente los humanos, tiene sus cosas. Muda pelo para hacer un colchón en pocas semanas, hay que dejarla salir a estirar las patas y a meter el hocico en todos los matos que encuentra en el parque, se para en todas las esquinas como si estuviera haciendo un tesis de olores en la ciudad, y algunas pocas cosas más.

Hay un montón de personas cercanas y no tan cercanas que reconocen los valores de Frida, incluso gente que le tiene miedo a los perros y que gracias a la paciencia de Frida lo han superado en parte o totalmente. Amigos que se ofrecen a quedarse con ella si yo tengo que viajar, niños que vienen a casa a buscarla para jugar con ella, vecinos que se ofrecen a pasearla o sacarla si yo no pudiera hacerlo... Es, y no por pasión de compañero de piso, un encanto.

Sin embargo, sé de personas que, reconociendo todos sus valores, no pueden evitar que le dé asco por la cantidad de pelo que pierde, o porque la chucha tiene que hacer sus necesidades, o porque camina a cuatro patas sin zapatos pisando toda la calle. O sea, simplemente no quieren tener cerca a un perro o a una perra, o a ningún animal, y no es porque sea o no Frida sino porque tenga los valores que tenga y sea lo buena que sea, al final, lo que condiciona su relación es que no le gustan los animales y punto. Y está bien. El mundo no tiene por qué tener que aceptar a Frida por ser de lo mejor que ha pasado por mi vida.

Cuento esto porque, en demasiadas ocasiones (para mi gusto), uno se encuentra con amigos y amigas que me cuentan lo maravillosas que son sus parejas, pero... “es que deja la ropa sobre la cama cuando se la quita”, “tiene el baño lleno de pinturas”, “no puedo llegar a ningún sitio puntual”, “sólo piensa en él/ella”, “nunca encuentra tiempo para estar conmigo”, “se pasa el día trabajando”.... Y uno les escucha y dice “y hay que ver el pelo que pierde Frida”.

Por lo general nadie entiende lo que les intento decir, y aunque uno lo explique, en la mayoría de las ocasiones se sigue pensando que el fallo está en que el otro o la otra no es capaz de adaptarse a lo obvio, olvidando que lo obvio es que Frida muda pelo y que lo que no les gusta son los animales.

11 comentarios:

  1. Curioso y metafórico relato. Y curioso tomar a Frida como recurso para explicar lo obvio que se suele escapar al entendimiento.
    Es así de simple, tanto que en muchas ocasiones no se deja ver, no puede ser tan obvio! Y no es que no me guste o me desagrade lo que haces, es que a quien no acepto es a ti.

    Hoy he leído en el País Semanal que "la mente es una criatura metafórica, y que de pequeños aprendemos con historias, con cuentos, con piezas narrativas que nos transmiten las ideas estimulando nuestra imaginación y estableciendo conexiones con nuestra vida y nuestras experiencias". Inevitablemente recordé tu último relato. Y también me doy cuenta que ese relato, como otros tuyos, me transportó a mi infancia y me hizo recordar mi conexión con los perros y los animales.

    Yo siempre he dicho que no me gustan los perros, cuando en realidad, lo que ocurre es que temo a los perros, así en genérico. De pequeña presencié cómo un enorme perro atacó de una forma feroz a mi madre y a la semana siguiente a una de mis hermanas menores, el mismo. Fue bastante más llamativo el caso de mi madre. Y quizás no era tan enorme, sino que yo era muy pequeña, aunque feroz sí que fue. No sé si fue desde entonces que les temo y que siento que no me llaman la atención. Si coincidimos en la misma acera, intento cruzar, o apartarme lo más que puedo, es instintivo. Sin embargo, desde que fui muy pequeña, en mi casa hubo, canarios, palomas, perdices, gallinas, pollos, conejos, hamsters, camaleones, lagartos del desierto, carneros, gacelas, baifos, y todos en una misma época. No temí a ninguno, incluido el carnero, sobre el que montaba, me agarraba a sus cuernos y pa´lante. Era la experta cogedora de ranas y sapos para mis amigas/os, de lagartijas, escarabajos, lisas, cangrejos, pulpos. En fin, que no me asustaban los bichos, pero sí los perros.

    Y lo paradójico, es que a mi hermana le encantan los perros y siempre ha tenido, al igual que al resto de mis hermanos. A mi madre también, quién en la época de tener todos esos animales que describí, además se hizo con un pekinés que me aterraba y huía de él, y me parecía que siempre tenía muy malas pulgas. Aunque quizás era yo quien las tenía, pensaría él. Tampoco me atraen los gatos, aunque sí al resto de mi familia. En fin, que debo ser la rara de la familia, al parecer.

    No he tenido nunca pareja que haya tenido un perro, aunque después, al dejar de estar juntos, sí que han tenido. Curioso, ya que nunca fue un tema que saliera, y lo que ocurrió, es que luego se juntaron con quién tenía perro y ahora les encanta. Y me pregunto, ¿estaría con alguien a quien le gusta los perros y que no podrían estar sin él? Y... pues no lo sé, a saber, ni siquiera es algo en lo que haya pensado nunca hasta ahora. Y no saco nada con pensarlo, pues no voy a conocer la respuesta. Lo obvio es que si decido estar con alguien que tenga perro, sería como aceptar el lote completo.

    Y esto, me lleva a recordar también a una amiga que se separó hace ya unos cuantos años, y que me decía en época de lamentaciones, "¿quién va a enamorarse de una mujer con 2 hijas?" Y yo le contestaba, puede que se enamore de ti y no le apetezca el lote completo, pero es que el lote es indisoluble, es un pack, tendrá que aceptar que es así, y si no, correr en otro sentido. Y sí, alguien se ha enamorado de ella con todo el lote, y adora a sus hijas. Lo que hay...

    En fin, que besos para ti y para Frida, la cual reconozco que es preciosa y amorosa, al menos, eso es lo que pude apreciar una vez.

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  2. Con respecto a los perros, varias cosas. Existe la creencia popular de que los perros se parecen a los dueños, y es cierto. Los perros aprenden, y no del aire, sino de lo que se les enseña, y por tanto, como los niños/as, no sólo hacen lo que ven sino lo que se les permite. "yo nunca le enseñé a subirse al sillón", or ejemplo, pero se lo has permitido y el chucho lo hace. Por eso, antes de mirar al perro hay que mirar al dueño.

    A mí me encantan los animales, pero cuando veo a alguien que tiene pinta de estar en un gimnasio, de practicar artes marciales y de ser muy competitivo, si lleva un perro de presa sin bozal, cruzo de acera.

    El tipo que sale por la tele y al que llaman el educador de perros, me hace mucha gracias las reacciones que provoca, porque realmente debería llamarse el educador de personas. Si te fijas, lo primero que hace es ver como se trata al perro para después corregir al dueño, y a través de él, cambiar las conductas del perro. Así que no tengas miedo al perro, sino a los propietarios.

    En cuanto al cuento, no sólo se trata de aceptar el paquete como viene, se trata de respetar las peculiaridades, de saber que un mamífero cambia los dientes, crece y muda pelo (si lo tiene). Da lo mismo que sea un perro o una nutria. Después cada bicho, incluído el ser humano, tiene sus peculiaridades como raza y otras más como individuo, y en cualquier caso debes aceptar todas si quieres convivir.

    Cuando te enamores de alguien que quiera a perros o gatos, igual no tienes ni que acercarte a ellos, pero si debes "embobarte" viendo como esa persona disfruta con su perro o su gato y como su gato o su perro disfruta con él, de lo contrario nunca lo entenderás.

    Un besote gordo.

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    1. Pues a mi me encantan los perros!. El cuento me ha hecho pensar sobre lo de aceptar a las personas tal y como son. Sin intentar cambiarlas.

      Tengo un amigo que no quiere hablar de mis defectos porque dice que así ya estoy bien, que me acepta tal y como soy. A mi me cuesta un poco pero lo intento cada dia.

      Yiyo, soy la Isabel de Girona. Quiero agradecerte la extraordinaria acogida que nos dispensastes a mis amigas y a mi. Eres una buena persona, aparte de un hombre encantador, culto y educado. Por si fuera poco, te gustan los perros y a los perros les gustas tu (que no es poco).

      Bueno, un beso y un abrazo. Tus cuentos son magníficos. Cuando vengas a Girona, llámanos.

      Isabel Rivero (iriveroflores@gmail.com)

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  3. Isabel, encantado de verte por aquí, gracias por estar por aquí y por lo bien que me miras. La acogida no fue buiena, pero no dio tiempo a más. Al menos tuvieron tiempo de descansar, aunque les queda mucho por ver por esta Isla.

    En el fondo, tu amigo conoce el truco: No se trata de que tú cambies, se trata de que te quiere. Lo demás, son excusas porque nos resulta difícil decir: No eres lo que busco (o lo que quiero) como amigo/ o pareja.

    Espero volver a verles.

    Un beso grande.

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  4. A veces no es fácil saber qué se busca de alguien. Si pienso en una relación de pareja, podría saber con seguridad qué es lo que no deseo. Y por otra parte, ¿dónde poner el límite entre amigo/pareja? Amigo y pareja ¿es posible? ¿Más amigo que pareja, más pareja que amigo? No sé, ahora mismo lo veo todo muy enredado.

    Besos

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  5. Como siempre, hay otra visión. ¿Qué podemos ofrecer nosotros?¿Qué pueden esperar de nosotros?¿Sabemos qué podemos dar y hasta dónde? Por mucho que nos empeñemos, esa mirada de "las cosas no funcionan porque nos han fallado" o "no nos entienden", ese sentimiento de ser abandonado/a, es un error, creo. Es mejor pensar que nos equivocamos al elegir. Ni fuimos lo que creyeron ni lo que creímos. La cosa pasa por aprender, pensar qué queremos hacer y cómo queremos ser y lo que esperamos para la vida.

    Y difícil, a mi gusto, tener una pareja que no sea tu amigo/a.

    Besotes

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  6. Afortunadamente, el sentimiento de abandono no está entre mis preocupaciones, y tampoco suelo regodearme en las cosas que no han ido bien. Por otro lado, tampoco quiero pensar en que ha sido una mala elección cuando una relación no ha ido tan bien como hubiera deseado, porque sé que de esas relaciones aprendí, obtuve cosas buenas, y como no, me ayudaron a madurar y a saber de una manera más certera por dónde no querría volver a pasar.

    También soy muy consciente de que esto es a doble sentido.

    Me quedo con esto que escribiste: "La cosa pasa por aprender, pensar qué queremos hacer y cómo queremos ser y lo que esperamos para la vida"

    Y sí, también tienes mucha razón, ¿cómo te vas a emparejar con alguien que no es tu amigo?

    Besos y gracias.

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  7. No me expliqué bien en eso de "equivocarse al elegir". Trataba de explicar que necesitamos conocernos y conocer a la otra persona para saber que queremos estar ahí. Si no nos conocemos nosotros mismos, difícilmente sabremos estar en una relación cuando no sabemos ni lo que queremos de la misma, dónde están los mínimos que vamos a exigir o los máximos que vamos a dar. Salvando todas las diferencias, que son muchas, es como el que va a comprar al supermercado: siempre compras cosas que no tenías previsto y hasta que pensaste que no debías comprar, y más aún cuando vas con apetito. O sea, que si buscamos una relación estable tenemos que ser conscientes primero de qué forma, modo, sistema, modelo, capacidades, o lo que queramos decir, la demandamos. De lo contrario, será cuestión de suerte.

    Besotes

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  8. Muy bien expresado y muy claro. Coincido contigo.
    Besos

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  9. No suelo equivocarme en la impresión que me provocan las personas cuando las conozco, pero por si acaso, suelo comprobarlo en su interrelación con otras personas en su día a día y con el tiempo. Pero si hay algo que sí he comprobado y vivido es que podemos engañar al de enfrente, pues todos somos artistas en esta disciplina y arte, pero no podemos engañar con nuestra conexión y relación con los no humanos, como con tu bella e inteligente perra, y así ratifico que mi impresión e intuición de las personas es la correcta y no la que otros, sin mascotas, te quieren hacer creer.
    Por eso un besazo para todos los que amamos y tenemos mascotas con pelo. Siempre es un placer.

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  10. Buenasssssss.

    No vamos a estar muy de acuerdo en esto. No por lo que dices en sí, que tienes razón, sino por lo que no se dice. Creo que son más las personas que se muestran como son y nosotros no lo queremos ver. Justificamos sus comportamientos y enmascaramos las cosas que nos chirrían de su naturaleza.

    Claro que el problema es cuando cae la venda o cuando nos hartamos de las situaciones. Entonces, cualquier reconciliación con el ser del otro se vuelve casi imposible, ya que nos supone aceptar al otro/a como es y no cómo hemos querido verla.

    Eso sí, ya decía Thomas Edison que el grado de cultura de un pueblo se puede medir por el trato que dispensa a sus animales.

    Un abrazote gordo y el placer, mío, porrrrrr supuesto.

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