viernes, 8 de noviembre de 2013

A quién se le ocurre

Cuando la temperatura de los cuerpos comenzó a descender y sus pieles se separaron casi por completo, unidos sólo por las palmas de la mano, él le preguntó:
"Con una sola palabra ¿cómo me definirías?"
Ella, tumbada en el lecho boca arriba, lo miró. Él permanecía desnudo con los ojos perdidos entre las humedades del techo y con algunas gotas de sudor corriendo aún por su sien. Ella comprendió la trascendencia de su respuesta en aquellos momentos, después de que el amor y el gozo hubieran llenado la habitación. Así que se tomó su tiempo para contestar.
"En el fondo", pensó, "sólo necesita escuchar algo bonito, así que lo que debo decir debe ser  directo y claro, algo no demasiado obvio pero sí claro, algo que le haga sentirse especial, que le diga que para mí no es uno más".
Sin dejar de mirarlo contestó: "Amor".
Él sonrió y, por primera vez, apartó la mirada del estucado para contemplarla desnuda y volver a sonreír.
"Y tú a mí", preguntó curiosa ella.
Sin apartar la mirada, él vio en ella a la mujer que siempre había esperado, el cuerpo en que siempre deseó sumergirse, el manantial donde se cumplían todos sus deseos, el lugar de encuentro de su presente y su pasado, el espacio donde celebrar la victoria sobre la vida y sobre la muerte, la alegría del agua brotando en su boca...
"Fuente", dijo él, "eres mi fuente".
Ella se dio la vuela y respondió: "Qué simple has sido siempre. Fuente. ¡A quién se le ocurre!".

2 comentarios:

  1. Es curioso, suena a triste y al mismo tiempo a renacimiento. A haber tomado un camino que lleva a la paz y al bienestar emocional.

    Suena a serenidad.

    Un beso

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  2. Hola, morena.
    Eso quiere decir que lo he clavado ;-). Debía sonar a serenidad, o "hasta las narices de casi todo", que no es lo mismo, pero es igual ;-).

    Besote grande y gracias por tu presencia aquí también.

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