jueves, 20 de diciembre de 2012

El monstruo


Regresé del sueño de la nada para despertar en la realidad de la miseria. Había esperado tanto que se me olvidó que la vida tiene sus propios planes en donde lo imposible ocurre y lo que más deseas es inalcanzable. Es así. Traté de sobrevivir y ahora me anuncian que los Mayas ya auguraban el fin del mundo para mañana, amé locamente hasta que descubrí que el compromiso podía tomar forma, busqué mi soledad en los momentos en que más falta me hacía tener compañía.

Creía en los milagros porque no ocurrían. ¿Qué interés podría tener alcanzar lo que es posible? ¿Para qué sirve? Sólo lo contrario nos permite descubrir la diferencia y sólo estirar los brazos hacia lo imposible nos hace crecer.

No había más ni menos motivos. Los motivos no existían. El monstruo nace de dentro y se alimenta de pasiones y de momentos, nunca de razones. La razón es el argumento para atar a la fiera, pero la fiera no deja de comer.

Pero los años pasan, y aprendí a dejar de comer carroña y a elegir sólo lo mejor del menú, y el monstruo interior ha aprendido a dormir enroscado y a cambiar la pasión por la ternura. Y hay quien me mira y cree que ya está controlado.

Claro que yo no olvido que ahí sigue el monstruo, y que sonríe y le brillan los ojos cuando todo parece tranquilo.

https://www.youtube.com/watch?v=Fs841UgXMnY

6 comentarios:

  1. Hay que ver como ese monstruo puede ser capaz de dominarnos y de causar un verdadero estropicio.

    Mi monstruo conseguía que saltara como un resorte, instantáneamente, ante algo que no me gustaba o me dañaba. Hace tiempo, mucho tiempo, me sentía orgullosa de esa capacidad de reacción, pero con el paso del tiempo me di cuenta que era una manera poco inteligente y nada empática de reaccionar, y por tanto, poco efectiva. Aprendí a esperar como mínimo 24 horas antes de reaccionar, o incluso, a veces decido que no merece la pena hacer nada al respecto.

    Cuando lo consigo, me siento orgullosa. Pero aún, a veces me supera la situación y el monstruo sale del escondite.

    Esto es lo que salió a la superficie al leer tu relato.

    Un abrazo grande.

    ResponderEliminar
  2. Buenas de nuevo. ;-)
    Es que aunque logremos dominarlo no podemos domesticarlo. Lo raro es que con los años, no sé si te pasa a ti también, aunque reniegues y reconozcas que es un monstruo, no dejas de reconocerte en él. Y eso demuestra que cambiamos hacia fuera y las cortezas más exteriores, pero el interior, cuesta toda una vida.

    Un besote grande y feliz Navidad.

    ResponderEliminar
  3. Y si el Monstruo fuésemos nosotros mismos? Y si forma parte de nuestra misma esencia?.¿ y si es innato y nacemos con él?. Igual se trata de aceptarlo sin más, conocerlo, quererlo para entenderlo y así, poderlo cambiar por dentro, a conveniencia, sin tener que gastarte toda una vida. Por un excelente 2013 para todo monstruo bueno!!! Un beso.

    ResponderEliminar
  4. Buenas y feliz año.

    El monstruo siempre somos nosotros mismos, aunque no nos queramos reconocer en él. Por eso no podemos cambiarlo por dentro, porque sería renunciar a nuestra propia esencia, y cuando lo creemos dominado o "transformado", nos damos cuenta que sólo estaba "eligiendo" el momento para aparecer.

    Un beso grande y gracias por andar ahí.

    ResponderEliminar
  5. Buenas y feliz año, deacuerdo con que el monstruo es innato en nosotros lo es tanto que a veces veo mi monstruo en mis propios hijos, muchas gracias Yiyo por tus relatos, siempre los leo pero es la primera vez que escribo, un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Importante lo que cuentas. No había pensado yo en eso de que el "engendro" es hereditario, pero debe acojonar bastante eso de verse reflejado/a en los hijos/as. No sé si eso significa que va en los génes o que lo transmitimos. En cualquier caso, mucho peor de lo que creía. Gracias por leer y ver, y unas poquitas más por escribir, para mí es importante saber que hay alguien al otro lado.

    Un beso y buen año

    ResponderEliminar