lunes, 17 de marzo de 2014

Disparando al fantasma

Dispararé sin balas a un fantasma que no podía ver hasta que le acerté en el corazón.

Su presencia era evidente. Me impedía dormir, comer, concentrarme... vivir tranquilo. Me devolvía miradas que no le hacía y se negaba a darme las preguntas que necesitaban mis respuesta. Imposible vivir así.

Cansado de estar perdido me puse a correr hasta alcanzarme, y ahí fue cuando me identifiqué, porque el fantasma era yo mismo, o mejor dicho, mis miedos, mis temores, mis "qué dirán", mi vergüenza ajena, mis sueños rotos, mis oportunidades perdidas... Todas mis miserias pululaban por la casa, tomaban posiciones, arrastraban sus cadenas, vagaban entre el dormitorio y la cocina.

Mi primer disparo sin bala fue dejarme ver de nuevo por la luna, y que mi perra me paseara, y recuperar el encuentro con las personas que quería allí dónde las dejé, y devolver las sonrisas y los besos, y el tiro de vida: dejar escapar los monstruos que me habían atrapado.

A los pocos días el fantasma casi era humano.

Ahora sé que sigue ahí, pero no ejerce. Se sienta y mira la tele, esperando que vuelva a atrapar mis propios monstruos y a crear mis propias pesadillas.

Ahora que lo sé, reconozco que no lo alimento, pero sí es cierto que de vez en cuando compartimos unas cervezas y brindamos por aquellos tiempos.

2 comentarios:

  1. Ay, cuánto me reconozco en algunas etapas de mi vida, momentos que como dices, están ahí, en letargo hasta que toman la suficiente importancia para hacerse presentes y colonizarlo todo.

    Cuan importante es reconocer sus estados, ser capaces de darse cuenta cuando están llegando, recibirlos con menos temor, con menos sorpresa. Aceptarlos esperando que pasen pronto, y con los menos efectos secundarios posibles, excepto el de la sabiduría y el aprendizaje.

    Un brazo grande.

    pd.: ya se te echaba de menos

    ResponderEliminar
  2. Hola, morenota.
    Hasta yo me he echado de menos ;-(

    Pues me gusta la idea esa de "hacerse presente y colonizarlo todo".

    Supongo que el ser humano es así: lo que nos llena o lo que nos duele nos coloniza por momentos.

    Gracias por seguir ahí, aunque haya llegado yo tan tarde ;-)

    ResponderEliminar