viernes, 18 de octubre de 2013

El hombre que hablaba con las sombras

Tuvo que esperar a su adolescencia para descubrir que tenía un grave problema: todo aquello que no era auténtico perdía densidad ante su vista.

       Podía ser un don, pero desde que tomó conciencia de lo que sucedía, su vida parecía el guión de una tragedia griega.

       Él siempre había pensado que las cosas eran así, y punto. Hasta los 14 años no comprendió que ese extraño fenómeno sólo le ocurría a él y que, a pesar de que había hablado de este tema en numerosas ocasiones, todo el mundo pensó siempre que se trataba de que “el niño es muy maduro y ya habla con metáforas”.

       No le extraño a su padre, por ejemplo, que un día el niño, tras una discusión con su mujer, le planteara que le veía más “transparente”, o que prefiriera no ver la televisión “por que no hay nada que ver”.

       La pérdida de visión iba en aumento, así que a los 14 años la criatura acudió al oculista. Allí no le detectaron nada extraordinario, sólo que sonrió cuando descubrió que la enfermera perdía color y el cuerpo del oculista nitidez cada vez que se cruzaban miradas.

       A medida que fue creciendo se habituó a mirar a las sombras, pues ellas seguían siendo auténticas. Los amigos pensaban que era timidez, pero era sólo necesidad de identificar a las personas, pues a medida que iban creciendo, todas perdían densidad y se volvía vaporosas.

       Tardó algo más de 30 años en encontrar a una mujer que fuera totalmente nítida. Por fin había alguien a quien mirarle a los ojos.

       Ella comía justo en la mesa que había junto a la venta del restaurante en el que solía almorzar. A pesar del contraluz, lucía nítida como la línea del horizonte al atardecer. Su perfil, su pelo, sus manos al coger la copa de vino… Era imposible no verla allí, nítida, opaca, completamente entera.

       Lo pensó varias veces y por fin se decidió a acercarse.

       -“Disculpe señorita”, -le dijo-.


       Ella levantó la cabeza y, tras mirarle a la cara, bajó los ojos para mirar a su sombra.

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